2015: un medio tiempo
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Pablo Correa
El 2015 nos dará una ventana de oportunidad; un medio tiempo para salir a recuperar el partido. Por lo mismo, el mayor riesgo que se presenta el próximo año es que repitamos el desempeño de 2014.
Partimos con un mix de políticas macroeconómicas claramente contracíclicas, que nos dan un buen impulso para garantizar un piso de crecimiento del PIB superior al 2014: una política fiscal expansiva, un tipo de cambio depreciado y competitivo y los efectos de los cambios en la política monetaria que empezarían a dar frutos. El escenario externo si bien no está exento de riesgos es más auspicioso y la inflación, tanto importada como doméstica, se encontrará en franca retirada.
Por lo mismo, es indispensable que este 2015 usemos este contexto macroeconómico, que tendrá un efecto transitorio sobre nuestra economía, para garantizar que en el mediano plazo y pensando desde ya en 2016, podamos retomar las tasas de crecimiento cercanas a nuestro potencial. No podemos desperdiciar el tiempo, que es poco, ya que de lo contrario estaremos comprometiendo la actividad del próximo bienio.
Todo parte por un diagnóstico: a diferencia de ciclos anteriores, el shock más fuerte no fue externo ni crediticio, sino que tuvo que ver con expectativas e incertidumbre doméstica. Si bien hay sectores determinantes en nuestra economía, como el minero, que enfrentan un ciclo menos expansivo, no es suficiente para explicar la desaceleración vista. Y entendiendo esto podemos aplicar lo aprendido en el pasado. Chile necesita seguir profundizando una serie de transformaciones a nivel social, político y regulatorio, que garanticen para nuestros hijos y nietos un país más inclusivo, respetuoso, competitivo y democrático.
No obstante, éstas deben realizarse usando un nuevo lenguaje entre el poder Ejecutivo, Legislativo, oposición y cuerpos intermedios. La discusión debe integrar a todos los sectores de la sociedad, generando en forma urgente un fuerte shock positivo de expectativas. Entendiendo que el diagnóstico sobre la necesidad de avanzar en equidad e igualdad de derechos es compartido, la implementación de las próximas reformas debe ser fruto de una discusión inclusiva, que considere todas las externalidades y sea transparente en identificar ganadores y perdedores.
En este sentido, la política de los "Grandes Acuerdos Nacionales" es un buen punto de partida. Acuerdos que vayan más allá de lindas frases y lugares comunes, y pasen a la acción rápidamente, generando nuevos paradigmas y definitivamente replanteando los modelos políticos y económicos, ya agotados. De eso puede surgir nuestra oportunidad de generar un impulso que en las próximas décadas nos garantice un desarrollo profundo.
Al mismo tiempo, es indispensable retomar altas cifras de crecimiento de manera sostenible en el tiempo, que entre otras cosas aseguren un aumento en la recaudación tributaria y la sostenibilidad de la mayor cobertura y mejor calidad de los servicios ofrecidos por el Estado. Por ejemplo, no podemos poner en riesgo los objetivos recaudatorios de la reforma tributaria –y por lo tanto los recursos de la reforma educacional- al descuidar el crecimiento.
Y mirando más allá del ciclo, es evidente que ya agotado el impulso de las grandes reformas de la década de los 90´s, la única forma de alcanzar los niveles de crecimiento necesarios para llegar al desarrollo es realizar reformas microeconómicas que aumenten la productividad del país, sobre todo conociendo ya el diagnóstico. Reducir los costos de la energía, mejorar la productividad del trabajo, incrementar la movilidad y bajar las fricciones del mercado laboral en el corto plazo, son tareas urgentes. En el mediano plazo, regular las fallas de mercado y proveer los bienes públicos necesarios para que el sector privado compita eficientemente, políticas de fomento al ahorro privado y sobre todo la creación de una institucionalidad pública que se preocupe de pavimentar el camino para que el país diversifique su matriz productiva, es clave.